Crece el agro y también el hambre

Fracasó el proyecto político agroexportador. La producción agroalimentaria debe convertirse en el motor de desarrollo en regiones extrapampeanas, con generación de trabajo y dinamización de las economías locales.

Por María Rizzo * y Matías Strasorier **

Argentina tiene la capacidad de producir alimentos para casi 450 millones de personas, alrededor de 10 veces su población, pero el 8,2 por ciento de los hogares no llega a cubrir con sus ingresos la canasta básica alimenticia.

Esta combinación desigual del desarrollo muestra el fracaso del proyecto político de país que predominó en 210 años de historia, cuya política económica estuvo centrada en la renta de los dueños de las tierras y las ganancias de los comerciantes portuarios. Los gobiernos populares que impulsaron un proyecto nacional, inclusivo y federal, como Perón en 1945-55, Cámpora y Perón en 1973-75 y Néstor y Cristina 2003-2015, no llegaron a consolidarse en el tiempo.

De esta manera, mientras en Europa y Estados Unidos crecieron y se desarrollaron los capitalismos nacionales, en Argentina y en Latinoamérica, se profundizaron las desigualdades sociales, económicas y ambientales.

Condiciones
La estructura de la actividad agroalimentaria argentina se basa en tres condiciones que se conjugan en su zona núcleo, para convertir el sector cerealero y oleaginoso en uno de los más competitivos a nivel global: 1) clima y suelos con características excepcionales para la agricultura, que otorgan condiciones naturales de alta productividad; 2) vía fluvial con salida al océano Atlántico próxima al polo de producción y 3) conocimiento de punta aplicado, producto de una estructura basada en las universidades, CONICET, INTA e INTI, entre otros organismos.

Esto convierte al sector en el principal generador de divisas. Del total de las exportaciones argentinas, el 32,7 por ciento son productos primarios y el 36,2 por ciento son manufacturas de origen agropecuario. Es decir que más del 65 por ciento de las ventas al exterior provienen de quienes trabajan la tierra y producen alimentos. ¿Qué destino tienen y qué proyecto de país abonan estás divisas que el sistema social de producción argentina genera?

En agosto de 2021, las exportaciones alcanzaron 8093 millones de dólares, el mayor nivel registrado desde mayo de 2013, con un incremento del 63,3 por ciento respecto a igual mes de 2020. Algunas de los rubros con mayor avance anual fueron maíz en grano, harina y pellets de soja, biodiésel, aceite de soja en bruto y trigo.

El rol de la Argentina en el sistema global es la producción agroalimentaria y de materias primas. Es decir que predominó el proyecto mercantil extranjero, subordinando el rol social de la tierra y de los alimentos en post de la optimización de las ganancias para empresas trasnacionales y un puñado de grupos económicos locales. El desarrollo se concentró en las proximidades de los puertos, hacia donde migró la fuerza de trabajo. Junto a la mayor riqueza también se generaron más desigualdades.

Momento de igualar
Hay varios temas que están dando vuelta en la agenda productiva argentina. Entre ellos se destaca el proyecto de la producción porcina para la exportación a China, el trigo HB4, el plan Ganadero, el concurso de Vicentin y la licitación del Dragado y Balizamiento de la Cuenca del Plata. Todos ellos tienen relevancia en la generación de divisas y en la producción de alimentos.

El problema es si estos proyectos se realizan bajo los lineamientos de un proyecto que fracasó en lo económico, lo ambiental y lo social y que no pudo lograr que la Argentina crezca y se desarrolle.

Actualmente, existe la oportunidad de romper paradigmas. Se puede hacer que las producciones agroalimentarias sean los motores de desarrollo en regiones extrapampeanas, logrando generar trabajo y dinamizando las economías locales.

Por ejemplo, se puede promover la producción de carne vacuna o porcina en las provincias de Cuyo o el Noroeste Argentino, destinadas al abastecimiento y comercialización local, lo cual generaría puestos de trabajo directos e indirectos, reduciendo el costo social de la desocupación, el costo ambiental y económico de transporte y flete y el costo económico de cadenas largas por exceso de intermediación. Pero sobre todo, liberaría un saldo exportable en las regiones de mayor competitividad productiva global, por ende mayor generación de divisas.

  • Maestranda en Desarrollo Regional y Políticas Públicas de Flacso y codirectora del CEA

** Director del Centro de Estudios Agrarios (CEA)

Nota original publicada en Página 12: https://www.pagina12.com.ar/376055-crece-el-agro-y-tambien-el-hambre

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