Desafíos para consolidar el desarrollo

Inversión social para atender a los vulnerables, recuperación del poder de compra del salario, un pujante programa de infraestructura pública productiva y social, mas equidad y trabajo

Por Débora Giorgi*

El contexto Internacional: un cambio en marcha
La pandemia del coronavirus desnudó definitivamente el fracaso de la hiperglobalización. La creciente desigualdad en el mundo desarrollado y más aún en los países de la periferia excluyendo a millones de los derechos mínimos para el desarrollo humano, el creciente deterioro del medio ambiente, los flujos migratorios en aumento en búsqueda de supervivencia y las desigualdades de género persistentes. Ese ha sido, el resultado de la liberalización financiera y la expansión de las leyes de mercado sin controles adecuados que permitieran equilibrar la puja entre el interés privado y público y/o el poder del capital y el trabajo.

La desregulación de capitales articulada con “paraísos fiscales” y su contracara en conformación de cadenas de valor de producción globales cada vez más concentradas en pocos países y actores que operan maximizando ganancias globales sostenidas en bajos salarios y/o incentivos fiscales, aprovechando la no libre movilidad de los trabajadores, que fortalece su poder de negociación con los empleados, han sido vehículos de rentas mayúsculas para la especulación, la evasión, el desempleo y la pérdida de poder adquisitivo del salario, deteriorando las mínimas condiciones necesarias para las políticas de desarrollo de los países perféricos, pero también llevando pobreza y desigualdad a los países desarrollados.

Lo descrito terminó afectando negativamente la demanda agregada y comprometiendo el crecimiento de la economía mundial. La eficiencia proclamada por quienes impulsaron el neoliberalismo nunca llegó y en su lugar dejó tasas de crecimiento fluctuantes y cada vez más bajas.

La pandemia mostró lo más crudo de esta realidad y aceleró los tiempos de toma de decisiones. Los paquetes de ayuda en los países desarrollados han sido cuantiosos, el cambio hacia cadenas de producción globales más cortas que aseguren abastecimiento y empleo en las potencias mundiales, y la revalorización en sus agendas del combate al cambio climático y los importantes incentivos al desarrollo de las nuevas tecnologías basadas en la economía del conocimiento se han multiplicado en EEUU, UE, China, y otros países líderes.

Esto se conjuga con un cambio de la demanda a nivel mundial que prioriza el cuidado del medio ambiente en sus decisiones de compra (uso de nuevas motorizaciones no contaminantes, hogares “inteligentes”, plataformas on line de compras), desconcentración de centros urbanos hacia periferias con las consecuente demandas de conectividad y transporte público. Todo acelera los tiempos de cambios productivos globales e implicará fuertes inversiones de gobiernos y corporaciones en procesos de la llamada quinta revolución industrial, intensiva en economía del conocimiento.

El cambio hacia relaciones internacionales en un ámbito multipolar, donde se fortalecen y articulan alianzas, evidencian una nueva etapa y la necesidad global de preservar el trabajo y mejorar la calidad de vida de sus habitantes buscando interrumpir la impúdica concentración de la riqueza pero dejando claro que la “batalla” estará en el campo de las nuevas tecnologías.

¿Implicará todo esto cambios más profundos que la política monetaria expansiva a nivel global? Hay indicios en ese sentido, más aún porque los resultados desde el 2008 hasta ahora, solo profundizaron desigualdades y acrecentaron el descontento social. 

La marcada fragilidad de los países periféricos, demanda fortalecer sus bloques regionales con políticas de integración que incluyan el comercio de bienes y servicios, integración de infraestructura, energía y generación de conocimiento aplicado conjunto que se traduzcan en patentes y modelos industriales nacionales y regionales, y desprimarización de los aparatos productivos.

Nuestro país: ¿De dónde venimos?
Como era de esperar el Gobierno del ex presidente Macri desplegó políticas de seguimiento a ultranza de los mandatos de la hiperglobalización. La inversión prometida no llegó, porque nadie invierte sin un mercado interno pujante ni un bloque regional consolidado. Nadie invierte en el sector productivo cuando se propician ganancias financieras especulativas. Un proceso diseñado para la fuga de capitales, y luego los especuladores financieros globales se retiraron al evaluar, que los vencimientos asumidos por el país con el mercado financiero internacional privado a claras luces eran impagables.

El “manotazo de ahogado” fue recurrir al FMI, con acuerdos sucesivos, fuera de todo análisis económico financiero en cuanto a la capacidad de pago del país, que determinó desembolsos por U$ 44.000 millones de los cuales se fugaron U$ 40.000 millones, incumpliéndose las normas básicas de dicho organismo respecto al destino y sustententabilidad de dichos préstamos y las responsabilidades de quienes los asumieron.

Desafíos y futuro
En ese contexto asumió el presidente Alberto Fernández y en poco tiempo tuvo que enfrentar la pandemia del coronavirus. Priorizó lo urgente y actuó con decisión para tomar las medidas que eran necesarias.

Los resultados muestran una recuperación económica heterogénea, que tiende a superar los niveles pre pandemia, y se concentra en sectores con buena demanda de mano de obra como la industria, la construcción y el comercio.

Los desafíos continúan siendo muchos y difíciles, sin embargo estamos en el rumbo correcto y los esfuerzos para alcanzar los objetivos son claros, inversión social para atender a los vulnerables, recuperación del poder de compra del salario, un pujante programa de infraestructura pública productiva y social que genere aumento de competitividad, mas equidad y trabajo, incentivos y políticas ágiles y adecuadas sectorial y federalmente para la transferencia tecnológica a las más de 400.000 pymes del país que proporcionan el 60% del empleo a fin de que puedan abastecer el mercado interno con precios y calidad adecuadas y exportar.

Al mismo tiempo se deben neutralizar las ganancias provenientes de posiciones dominantes, la historia nos muestra que en cada crisis económica -y la del Gobierno de Macri lo fue -, la oferta se concentra cada vez más en menos actores. Otorgar disponibilidad efectiva de crédito blando en condiciones apropiadas para la inversión de las pymes en su diversidad, fortalecer el bloque regional latinoamericano para consolidar una integración productiva con agregado de valor y tecnología, y a partir de ello llevar adelante las negociaciones internacionales equilibradas y gananciosas.

Las subas de precios en los commodities agrícolas valorizarían en U$ 31.000 millones la próxima cosecha y el aporte extraordinario a las grandes fortunas generará ingresos fiscales por $300.000 millones, sin duda dos pilares que encauzarán los desequilibrios macroeconómicos.

La inversión requiere incentivos y de un mercado local pujante, un mercado regional integrado y políticas que alienten y financien el imprescindible salto tecnológico que debe llegar al territorio respetando la heterogeneidad productiva del mismo.

Y el Mercosur, el Mercosur ampliado, la CELAG, son foros que deben ser priorizados para consolidar desde ahí una integración al mundo, que deberá tener como premisa los tratamientos diferenciados según las etapas de desarrollo de los países/ bloques que realicen los acuerdos.


*Ex Ministra de Industria de la Nación, ex Ministra de Producción de la PBA, Secretaría de Producción de La Matanza. Twitter: @giorgi_debora En co-autoría con  Javier Rando, ex Secretario de Industria de la Nación, Subsecretario General de Producción de La Matanza

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