La impaciencia

Daniel Feierstein

Fotografía:  Alexander Lam en Unsplash

Un elemento que sirve para comprender el comportamiento social en pandemia es la dificultad creciente para aceptar el aplazamiento de la gratificación, algo que puede servirnos para analizar algo más tranquilos la cuestión de la vuelta a clases.

Branko Milanovic, economista serbio, ha analizado el rol de la impaciencia, en este artículo sobre el fracaso de muchas sociedades occidentales en la lucha contra la pandemia:

Aunque es interesante llamarlo impaciencia, en términos técnicos se vincula más a la infantilización de los comportamientos sociales que caracteriza esta etapa de la construcción de subjetividad y su expresión en la dificultad para aceptar el aplazamiento de la gratificación

Tanto Freud como Winicott han trabajado mucho esta conquista en la construcción de la subjetividad humana, algo que también han constatado las neurociencias: muchas veces resignar algo en el presente constituye la posibilidad de un mejor desempeño o un logro futuro

Esta capacidad humana milenaria se ha visto fuertemente atacada en este momento del capitalismo, que busca atizar el consumo vía la satisfacción inmediata: el reino de la tarjeta de crédito reemplazando a la tarjeta de ahorro, algo muy bien trabajado por Zygmunt Bauman y otros

En lugar de sacrificar algo en el presente en aras de conseguir algo mejor en el futuro, la conminación de la subjetividad contemporánea es comprometer el futuro en aras de disfrutar el presente. El cambio climático es uno de los mejores ejemplos de sus consecuencias

La pandemia nos ha confrontado con este obstáculo, de un modo harto evidente: el virus no vive más de 15 o 20 días pero numerosas sociedades fracasaron en sostener el cumplimiento de los 20 días de restricciones a la movilidad sin numerosas violaciones

Ergo: las restricciones debían “renovarse” (la cuarentena que parecía “interminable” en AMBA) y/o se abandonaron, aceptando “que mueran los que tengan que morir” y convenciéndose de la ineficacia de cualquier medida de cuidado

El debate de aquellos días parecía una discusión con un niño cuando a los gritos de “no podemos vivir encerrados” se oponía el argumento “se trata solo de 20 días que debemos respetar”. Las restricciones se extendían porque no se respetaban, generando un círculo vicioso

Esta dificultad para el aplazamiento de la gratificación o la aceptación de cualquier sacrificio se observa ahora en el debate sobre la posibilidad de apertura de la presencialidad escolar

Cualquier decisión que contemple el principio de realidad debe tomar una decisión entre dos sacrificios distintos: mantener virtualizada la educación hasta vacunar masivamente o encarar una estrategia para bajar significativamente los contagios antes de abrir las escuelas

Esta estrategia de baja de contagios puede hacerse de dos maneras: cierre muy estricto y total de actividades por 3 o 4 semanas o cierres intermitentes, selectivos y planificados por 3-4 meses. En un caso la baja es instantánea, en el otro gradual. Dos sacrificios distintos

Sin embargo, el reclamo de apertura de escuelas no contempla ninguno de estos sacrificios. Nuevamente es un razonamiento infantil: “quiero las escuelas abiertas y no quiero ninguna restricción a la movilidad ni cierre de nada”

Como no se quiere aceptar ningún sacrificio, se pasa rápido a la proyección: la culpa es de los docentes que no quieren ir a dar clases (como si no hubiesen dado clases durante todo 2020, teniendo además que pagar por sus instrumentos de trabajo y comprometer tiempo no pago)

Con un virus de transmisión aérea es inimaginable un protocolo escolar sensato: las escuelas no tienen la ventilación necesaria, los maestros “taxi” circulan por distintas instituciones, las aulas tienen tres veces más niños de lo recomendable, no hay medidores de CO2, etc

El único modo de una vuelta viable a clases presenciales sería con un número de contagios más bajo (preferentemente un número que rondara entre 500 y 2000 casos detectados diarios a nivel nacional), según recomendaciones del CDC u otras estimaciones.

Texto tomado del hilo del Twitter del autor:

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1 Respuesta

  1. Marcela Rodríguez dice:

    Otra vez el egoísmo se apodera de las acciones colectivas… “Con un virus de transmisión aérea es inimaginable un protocolo escolar sensato: las escuelas no tienen la ventilación necesaria, los maestros “taxi” circulan por distintas instituciones, las aulas tienen tres veces más niños de lo recomendable, no hay medidores de CO2, etc

    El único modo de una vuelta viable a clases presenciales sería con un número de contagios más bajo (preferentemente un número que rondara entre 500 y 2000 casos detectados diarios a nivel nacional), según recomendaciones del CDC u otras estimaciones.”…y el virus más peligros que el covid es el de la derecha que deconstruye paso a paso los conceptos fundamentales como educación, libertad, justicia…lo deconstruye para hacer política desde la boca solamente…porque cuando fueron gobierno cerraron escuelas, no construyeron jardines, destruyeron puestos de trabajo…en fin el virus de la impaciencia y el virus macrista…

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