El espacio político: un aporte a la campaña electoral 2021


José María Fumagalli
21 de junio de 2021

El presente trabajo es la sexta versión del original que escribí en septiembre de 2011, que revisé y actualicé en ocasión de cada elección nacional. Como las anteriores, consta de tres partes: la primera, que fui puliendo en cada oportunidad, está focalizada en la definición del método de análisis que utilicé en las otras dos partes; en la segunda intento ubicar en el espacio político a nuestra propia fuerza, a nuestro principal adversario y a los demás actores; finalmente, en la tercera parte intento un análisis de la coyuntura previa a las próximas elecciones de medio término, que en esta ocasión se realizarán el próximo 14 de noviembre, previas PASO el 12 de septiembre.

Sin la pretensión de crear teoría, el método de análisis que utilicé para definir el gran espacio conceptual de la política pretende facilitar su comprensión mediante un símil geométrico con el cual podrían ubicarse cualquiera de las fuerzas en pugna, tanto nuestra propia fuerza como la de nuestros aliados y nuestros adversarios. Con la aplicación de ese método a nuestro caso y con la finalidad de lograr una mejor comprensión y mayor efectividad en el diseño de nuestra acción política, pretendo precisar la composición social, la ideología y las características organizativas de nuestro propio espacio político y las correspondientes características de nuestros principales adversarios y las de los indecisos que en algunas oportunidades han demostrado su capacidad de volcar los resultados electorales en uno u otro sentido. Para finalizar, agrego un análisis de la coyuntura que enfrentamos a seis meses de las elecciones de medio término y algunas reflexiones sobre las necesidades de nuestra acción política. Espero que este aporte sea de utilidad para todos los compañeros y las compañeras en la discusión que merece ese desafío cuyos resultados condicionarán la acción en lo que resta de nuestro gobierno.

Una forma de pensar el espacio político

En una primera y muy provisoria aproximación parto de la base que el “espacio político” es el escenario conceptual en el cual las personas y sus distintos colectivos sociales adquieren y maduran sus ideas, diagnostican sus necesidades y gestionan el poder mediante organizaciones cuyas acciones políticas están destinadas a satisfacer sus necesidades presentes y futuras. Los tres ejes imaginarios con que intento definir el espacio político simbólico son el pueblo, las ideas y la organización. Paso a tratar de establecer el concepto y las graduaciones de cada uno de esos ejes.

El pueblo comprende al conjunto de la población, incluyendo a quienes se interesan en la política y a quienes permanecen pasivos, a quienes la desconocen o aun reniegan de ella. Para algunos, el pueblo significa la gente, para otros los ciudadanos. Para nosotros es el conjunto de las y los habitantes de nuestro territorio. Siguiendo esta última acepción y según los alcances de la política que estemos analizando, el pueblo incluye al conjunto de habitantes del barrio, de la ciudad, de la provincia o de la nación, según se trate de políticas barriales, municipales, provinciales o nacionales. La graduación del concepto “pueblo” es una cuestión compleja y todavía no enteramente resuelta. Algunos análisis economicistas se basan en el ingreso económico per cápita. Otros, de base sociológica, prefieren la distinción sobre la base de las clases sociales. En lo personal, según el caso prefiero utilizar una combinación de los dos sistemas, aunque incluyendo en la clasificación economicista a los excluidos del sistema económico e incluyendo en el sistema sociológico a los desclasados.

Las ideas comprenden a todas las creencias y los conceptos sustentados por los distintos colectivos sociales –el pueblo, en nuestra concepción de la política. El mundo de las ideas reconoce las contribuciones de la cultura, la religión, el arte en todas sus expresiones y, por supuesto, de lo económico, lo social y lo político. Todo ese bagaje, construido, sucesivamente transmitido de una generación a otra, y enriquecido permanentemente por el pueblo según sus percepciones de la realidad, configura lo que reconocemos como la cultura popular. El conjunto de las ideas incluye desde las más elementales –el bien y el mal, la belleza y la fealdad, etcétera– hasta las más complejas y elaboradas –conceptos éticos, económicos, sociales y políticos sobre el desarrollo, la igualdad la justicia, la inserción en el mundo, etcétera. Igual que antes, para abarcar a la totalidad del escenario político, el conjunto de las ideas incluye a las propias y a las diferentes, y también a las opuestas.

La organización comprende a todos los mecanismos con que los pueblos, o parte de ellos, se asocian y cooperan entre sí para acumular y gestionar el poder con la finalidad de alcanzar sus objetivos. Según su alcance, las organizaciones pueden ser barriales, comunales, municipales, provinciales, nacionales e inclusive internacionales; según la finalidad, pueden estar constituidas para alcanzar beneficios socioeconómicos –empresas, sindicatos, etcétera– o de otro tipo, tales como culturales, sociales u otros, incluyendo por supuesto a las organizaciones y los partidos políticos. La organización de más alto nivel de cada comunidad es su gobierno, destinado a dirigir y ordenar el desempeño de esa comunidad y de todos y cada uno de sus integrantes. Para representar a la totalidad del espacio político todas las organizaciones están comprendidas, desde las más democráticas a las más autocráticas, incluyendo no sólo a las legítimas, sino también a las que no lo son.

Según mi símil geométrico, estos tres ejes, pueblo, ideas y organización definen el “espacio político”, concebido como el gran escenario conceptual[1] donde el pueblo construye, elije y confronta sus ideas, y establece las organizaciones sociales y políticas que, en su interacción y competencia, construyen su futuro. El hecho de haber incluido en cada uno de estos tres ejes –explícitamente y sin excepciones– a todas y todos los integrantes del pueblo, de las ideas y de las organizaciones es el que nos permite ahora reconocer y delimitar dentro del gran espacio o escenario político a cada uno de los actores políticos actuantes, los propios, los de nuestros eventuales aliados y los de nuestros adversarios.

Así, el espacio político al que pertenecemos, “nuestro espacio político”, está delimitado y contiene a “nuestro pueblo”, “nuestras ideas” y “nuestras organizaciones”. En modo análogo, también podemos diferenciar a “otros espacios políticos” ocupados por los demás actores en el gran escenario, incluyendo a nuestros eventuales aliados y nuestros diferentes adversarios. Esta forma de individualizar a los distintos espacios políticos también permite ubicar y caracterizar a los espacios vacíos que, como sabemos, siempre tienden a ser ocupados.

Otra forma equivalente de concebir el espacio político –que creo de mayor utilidad– es mediante los tres planos definidos de a pares por los ejes del pueblo, las ideas y las organizaciones.

  • el plano de la representación ideológica: es el definido por los ejes del pueblo y de las ideas; en este plano podemos analizar de qué manera distintas fracciones del pueblo adhieren y se reconocen conforme a sus distintas concepciones ideológicas;
  • el plano de la representación social: es el determinado por los ejes del pueblo y la organización; en este plano podremos analizar las características y las diferencias de las distintas concepciones de los sectores del pueblo respecto del funcionamiento de la sociedad y del manejo de la cosa pública, cuestión que da lugar a las diferentes expresiones de representación social;
  • el plano de la representación política: es el definido por los ejes de las ideas y la organización; permite relacionar la manera en que las distintas fracciones ideológicas se organizan y dan forma a los partidos políticos u otros actores[2] que desde fuera de la política intervienen y participan en la administración del poder.

Cada uno de estos tres planos de representación contiene respectivamente a todas las ideologías y formas de representación social y política, permitiéndonos así individualizar, diferenciar y ubicar en el espacio político a cada uno de los actores que interactúan en ese gran escenario. El espacio político permite construir una representación de las similitudes y las diferencias que existen entre “nuestro espacio” y los demás, las distancias simbólicas que nos separan, y las posibles trayectorias y velocidades que son posibles con el transcurso del tiempo, y con ello pensar cómo expandirlo y fortalecerlo. En la figura 1 muestro la representación idealizada del espacio político.

Figura 1: Representación idealizada del “espacio político”

Una caracterización de los espacios políticos

Antes de entrar en materia, creo necesario precisar que, como cualquier construcción política, nuestra fuerza, el Frente de Todos, no es ni puede ser absoluta ni autorreferencial. ¿Qué quiero decir con estas dos afirmaciones? Creo que esa construcción no puede estar fundamentada sólo y exclusivamente en nuestras visiones de la realidad y de cómo cambiarla. Nuestros principios y nuestra cultura política son por supuesto muy importantes, e incluso irrenunciables. Sin caer en ningún relativismo, esto significa que la construcción de “nuestro espacio político” no puede prescindir de las problemáticas que plantea mejorar la representación del pueblo de nuestro barrio, ciudad, provincia o del país. Eso hace necesario tomar en cuenta otras visiones diferentes a las nuestras: nuestra construcción tampoco puede prescindir ni mucho menos ser ajena a los desafíos que plantean las posibilidades de alianza, competencia u oposición con los “otros espacios políticos”.

En base a los resultados de la elección general de 2019, el Frente de Todos recuperó el ejercicio del poder y se posicionó en el centro del escenario político hasta el año 2023. Como primera fuerza electoral nos toca el rol de actuar administrando la conducción del Estado, mientras que todos los demás espacios políticos se verán obligados a orbitar de una u otra manera alrededor de nuestra acción gubernamental. Por tal motivo, el Frente de Todos, “nuestro espacio político”, debe ser analizado desde una perspectiva de competencia con Juntos por el Cambio y sus integrantes, en tanto principal fuerza opositora, así como de interacción y eventuales alianzas con las demás fracciones del peronismo y de “otros espacios políticos” de menor peso y de los sectores que no adhieren en modo estable a ninguna de las opciones vigentes. Para ello propongo, en primer término, la necesidad de caracterizar los principales espacios políticos en juego, para luego poder analizar la coyuntura política ante la perspectiva eleccionaria que se avecina.

Para caracterizar tanto al Frente de Todos como a Juntos por el Cambio –en tanto principales fuerzas en competencia– y a las demás fuerzas[3] –que se encuentran tironeadas por las dos fuerzas principales mediante esta forma de pensar al espacio político– utilizaré los tres planos correspondientes a las representaciones ideológica, social y política, arriba descriptas. Por el interés que despiertan las próximas elecciones me detendré con mayor detenimiento en la caracterización de los denominados NI: quienes no se alinean de modo estable con ninguna de las fuerzas.

El plano de la representación ideológica

El peronismo-Frente de Todos: su representación ideológica está fuertemente arraigada en la tercera posición enunciada por Perón y actualizada por Néstor y Cristina Kirchner, y se caracteriza por ser equidistante del capitalismo y del comunismo, con algunos rasgos del comunitarismo,[4] concepción a la que el propio peronismo realizó aportes fundacionales. La ideología peronista, sintetizada en sus banderas de justicia social, independencia económica y soberanía política, incorporó con los gobiernos de Néstor y Cristina su cuarta bandera: memoria, verdad y justicia. El peronismo reconoce además una continuidad histórica –San Martín, Rosas, Perón– y del pensamiento nacional –Moreno, Scalabrini Ortiz, Hernández Arregui, Cooke, así como en la actualidad distintos colectivos de intelectuales y pensadores– perfectamente definida, que permiten no sólo su vigencia a lo largo del tiempo, de las sucesivas generaciones y las diferentes etapas de su devenir, sino también recuperar sus raíces y contenidos luego del intento neoliberalizador del menemismo. Tres comentarios para la reflexión y el debate en materia de representación ideológica: primero, el peronismo posee la fortaleza de una gran consistencia doctrinaria e identitaria; segundo, en modo contradictorio, esa fortaleza también generan reacciones que dificultan la expansión de su representación, especialmente en una sociedad tan diversa como la que caracteriza a la Ciudad de Buenos Aires o algunas provincias de fuerte impronta conservadora, como son los casos de Córdoba, Mendoza, Jujuy y Corrientes; y tercero, con algunos matices y pese a su diversidad, el Frente de Todos no presenta grandes diferencias en materia de representación ideológica con el resto del peronismo; sin embargo, la reivindicación de las políticas y los objetivos implementadas por Néstor y Cristina en sus gobiernos no es plenamente compartida por algunos sectores del peronismo. Estimo que nuestro único límite en el proceso de unidad es la contradicción con la restauración conservadora y neoliberal que encarnan Juntos por el Cambio, Macri y los poderes fácticos del establishment.

El PRO-Juntos por el Cambio: su representación ideológica es relativamente difusa, pero su núcleo fundamental recala en el liberalismo[5] y muy especialmente en el neoliberalismo, reconociendo además aportes conservadores del radicalismo, de la derecha oligárquica y del peronismo autoritario, particularmente del menemismo y el duhaldismo. En particular, el neoliberalismo hace referencia a una política económica con énfasis tecnocrático y macroeconómico que pretende reducir al mínimo la intervención estatal en materia económica y social, defendiendo el libre mercado capitalista y en especial al sector financiero como organizador y mejor garante del equilibrio institucional y del crecimiento económico de un país. Por su parte, los sectores mayoritarios del radicalismo que integran Juntos por el Cambio parecen haber renunciado a los principios fundacionales del partido, pero no a su ambición de poder, haciendo valer el peso de las estructuras partidarias de las que carece el PRO. Aunque el tema debería ser profundizado, estimo que los aportes ideológicos del peronismo de derecha al PRO y a Juntos por el Cambio son mínimos, posiblemente reducidos a los temas referidos al orden social.

Las demás fuerzas y sectores en disputa: están integradas por partidos políticos[6] minoritarios, poderes fácticos y sectores de la población denominados NI, que no adhieren en modo permanente a ninguna de las fuerzas políticas mayoritarias o que no se interesan en absoluto por la política. Tenemos partidos políticos minoritarios de toda especie, por izquierda –como los partidos trotskistas– y por derecha –tanto de la ultraderecha como los recientes partidos libertarios. Pese a su diversidad, en la mayoría de los casos estos partidos terminan siendo funcionales a la derecha neoliberal.

Los poderes fácticos no reconocen filiación política, pero constituyen un sector con poder real para influir sobre la política y sobre los políticos. Están integrados por los grandes grupos económicos y financieros nacionales y transnacionales, los medios de comunicación concentrados y parte del poder judicial. El análisis de sus intereses no puede permanecer ajeno en ninguna coyuntura, menos aún ante los procesos eleccionarios.

Los denominados NI son quienes no responden en modo permanente a ninguna de las principales fuerzas en disputa. Su análisis resulta fundamental, en tanto tienen capacidad de alinearse circunstancialmente con una o con otra fuerza electoral, eventualmente con capacidad de volcar el resultado de las elecciones en uno u otro sentido. Aunque creo necesario profundizar la cuestión, estimo que este sector está integrado fundamentalmente por sectores medios, profesionales, comerciantes y pequeños empresarios y empresarias que no se interesan en las cuestiones políticas y que definen su voto a última hora por razones que resultan más de sus emociones que del análisis de sus propios intereses.

El plano de la representación social

El peronismo-Frente de Todos: en su seno actúan representaciones de distintos sectores, a veces en pugna. El sector político se rige por las disposiciones de la Ley 23.298 Orgánica de Partidos Políticos y sus disposiciones complementarias. El sindicalismo, organizado por medio de representaciones únicas o muy concentradas, postula el verticalismo para la mejor defensa de los intereses de los trabajadores y las trabajadoras. Similares posiciones son mantenidas por caudillos provinciales, llegando a constituir estructuras feudales en sus territorios. Sin embargo, muchos reconocemos al pluralismo como fuente de organización social en tanto permite y promueve la expresión, la organización y la difusión de diferentes opiniones, incluyendo posturas minoritarias que interactúan en la dinámica de las sociedades democráticas. En el pluralismo, las decisiones respecto políticas públicas resultan de la interacción de fuerzas ejercidas por las masas –trabajadores, trabajadoras, consumidores, jubilados, jubiladas, madres, padres, etcétera– directamente o indirectamente en el proceso de toma de decisiones políticas. En nuestro caso, resulta evidente la existencia de sólidos mecanismos de representación social que responden a diferentes intereses populares: organizaciones de derechos humanos, sociales, estudiantiles, barriales, culturales y –más recientemente– la irrupción de organizaciones feministas y de diversidad de géneros, las más dinámicas y disruptivas de los últimos años.

El PRO-Juntos por el Cambio: en consonancia con su ideología liberal, centrada exclusivamente en la actuación individual libre de cualquier atadura, plantea que la representación social es innecesaria.[7] Las escasas excepciones a esta notoria carencia de representación social van por cuenta de los partidos integrantes de esa coalición, en tanto deben responder a la Ley 23.298, y por las representaciones sindicales de algunos sectores, como el sector agropecuario más concentrado.

Las demás fuerzas y sectores en disputa: desde ya, los partidos políticos minoritarios también deben responder a las exigencias de la ley orgánica de partidos políticos. A su vez, los poderes fácticos se organizan mediante una compleja red de cámaras y asociaciones profesionales de representación sectorial o regional, federaciones y uniones de nivel nacional. Estas organizaciones disponen de un elevado poder de influencia, tanto ante el Poder Ejecutivo Nacional, como ante los poderes legislativos y judiciales, por medios no siempre transparentes, ni con fines completamente claros. En consonancia con su aparente o real interés por la política, los sectores que denominamos NI no poseen fuertes mecanismos organizativos para su representación. Sin embargo, algunos de estos sectores no enteramente indiferentes a la cosa pública se organizan a través de asociaciones que reúnen actividades y temas generales o vecinales de su interés.

El plano de la representación política

El peronismo-Frente de Todos: siguiendo su tradición, el peronismo sigue actuando mediante frentes políticos, en la actualidad el Frente de Todos.[8] La unidad de todo el espacio político del peronismo permitió recuperar el poder en las elecciones presidenciales de 2019. A su vez, la representación frentista también significa debilidades que se han puesto en evidencia en el ejercicio del poder. Tal es el caso de una composición heterogénea de los gabinetes ministeriales y de los organismos de gobierno que pone en evidencia algunas diferencias de métodos, prioridades y en algunos casos de objetivos.

El PRO-Juntos por el Cambio: también es una coalición electoral integrada por el PRO, la UCR, la Coalición Cívica y el Peronismo Republicano. Su mecanismo de representación política está basado en el elitismo[9] y la supuesta capacidad auto-reguladora del mercado, al que atribuyen el poder de equilibrar a los diferentes intereses y traccionar el crecimiento económico primero y, por posterior efecto derrame, la mejora social. Por ello no extraña que la organización política de Juntos por el Cambio sea de mínimas proporciones y que carezca de una importante inserción territorial. En rigor, esa mínima estructura organizativa es aportada en gran medida por el radicalismo y por la vertiente del peronismo de derecha participante en la fundación del PRO.

Las demás fuerzas y sectores en disputa: se trata de un sector heterogéneo en el cual se pueden distinguir al menos dos subsectores de diferentes características e intereses. Por una parte, los que se denominan poderes fácticos, entendidos como sectores con capacidad de priorizar sus propios intereses sobre el bien común y de confrontar con los sectores políticos que no resultan afines a sus intereses, en particular al peronismo y al Frente de Todos. Este segmento está integrado por sectores rentísticos, empresas monopólicas u oligopólicas y el sector financiero, y por medios de comunicación concentrados y parte de la Justicia que responden a los anteriores. Además de adherir mayoritariamente a la ideología neoliberal, estos sectores están dotados de fuertes mecanismos de representación política con elevado poder de lobby ante los tres poderes del Estado: cámaras, federaciones y uniones empresariales. Si bien numéricamente no poseen una gran relevancia electoral, resultan importantes por su capacidad de generar sentido común afín a sus intereses, así como de descalificar a nuestras fuerzas.

El segundo subsector es el que denominamos NI. Está integrado por una proporción importante del electorado que no adhiere en modo permanente a ninguno de los partidos políticos en disputa, pero que a la hora de las elecciones pueden temporariamente volcar sus preferencias a favor de uno u otro frente, eventualmente con capacidad de definir el resultado electoral, lo que convierte a este sector en uno de fundamental importancia para los partidos políticos. El análisis de las razones que definen la preferencia mayoritaria de los NI en uno u otro sentido resulta fundamental para establecer las propuestas y las formas de hacerlas conocer que resulten más apropiadas. En principio, estimo que los NI terminan de elegir su preferencia electoral en función del partido que les ofrezca una mejor y más creíble solución a sus demandas en cada ocasión, sean estas reales o inducidas por el sentido común dominante. En la presente coyuntura estimo que esas necesidades son las relacionadas con dos problemáticas que acaparan el grueso de las preocupaciones: el manejo de la pandemia, y más específicamente la ejecución del programa de vacunación; y la recuperación económica y sus consecuencias: el costo de vida, en particular de los alimentos, el empleo, los ingresos, etcétera.

Análisis de la coyuntura previa a las elecciones de medio término

El actual estado de las cosas deriva fundamentalmente de la irrupción en nuestro país y en todo el mundo de una pandemia que ninguno de nosotros ha vivido antes y que se viene prolongando hace ya más de un año. En nuestro caso, se agrega a la pandemia el estado del país que encontramos luego de cuatro años de administración cambiemita. Aunque parezca redundante, no podemos dejar de considerar que la pandemia viene causando severos daños en lo social y en lo económico a lo ancho y a lo largo del mundo, con consecuencias de mediano y largo plazo sobre lo político que todavía no estamos en condiciones de evaluar. En una brevísima síntesis, la pandemia ha generado una crisis en la economía mundial y en cada uno de los países, con caídas de la producción en la totalidad de las actividades, así como del comercio internacional, con una magnitud que no veíamos desde la crisis de 1930, o antes. Los resultados más inmediatos se manifiestan en el aumento de la pobreza y el desempleo de las grandes mayorías que, unidos a las restricciones a la circulación y las necesidades de mantener inéditas medidas sanitarias y un importante aislamiento social, vienen ocasionando desaliento, hartazgo y rebeldía antigubernamental en la gran mayoría de las personas. Las diferencias que tienen los diferentes países respecto a sus capacidades económicas y sanitarias[10] para combatir la pandemia no hace más que aumentar las reacciones antigubernamentales. En nuestro caso, a lo anterior se agrega el estado catastrófico generado por el gobierno de Macri, con un enorme aumento de la pobreza y del desempleo, cierre de empresas, inflación, deuda externa, todo ello previo al inicio de la pandemia.

¿Cómo se reflejan en nuestro país estos hechos en el posicionamiento de cada uno de los principales actores de la política nacional en los planos de las representaciones ideológicas, sociales y políticas? El Frente de Todos en lo ideológico se ha fortalecido, como resultado de la unidad que permitió lograr la victoria en la primera vuelta de las elecciones de 2019. La propuesta de Cristina Fernández de Kirchner de unificar al peronismo y sus diferentes aliados tras la candidatura de Alberto Fernández y la comprensión sobre la necesidad de mantener la unidad en la diversidad, además de posibilitar el triunfo electoral en la primera vuelta, ha sido fundamental para gestionar de la mejor manera este primer tercio del mandato presidencial a pesar del escenario en que nos tocó actuar. En el plano social, la actuación del Frente de Todos dejó muy en claro su prioridad en materia de salud pública frente a la economía, y mediante medidas muy concretas[11] reafirmó, sin dejar lugar a dudas, sus históricas posturas de priorizar la defensa de los sectores sociales y las empresas más vulnerables, en especial las PyMEs. En lo referente a la representación política, y a pesar de las complejidades que significa un gobierno frentista, todo parece indicar que las complejidades y las amenazas que encierra la definición de candidaturas para las elecciones de medio termino serán superadas sin mayores dificultades, o al menos con dificultades mucho menores que las que parece estar enfrentando la oposición.

Por su parte, Juntos por el Cambio está enfrentando las dificultades que significa la pérdida del ejercicio del poder luego de un solo período de gobierno. En el plano ideológico, la falta de un proceso de autocrítica consensuado entre sus integrantes, sumada a la debilidad conceptual de la ideología sustentada por Juntos por el Cambio, han puesto en evidencia la existencia de diferencias internas entre halcones y palomas, y entre fundamentalistas del neoliberalismo y quienes, aún sin demasiada fortaleza, postulan una revisión de esas premisas. Esas debilidades no parecen por el momento haberse transmitido en gran medida al plano de su representación social: por una parte, el núcleo duro de la derecha y el neoliberalismo difícilmente cambie sus posturas y por el momento no encuentra otras alternativas que lo representen; por otra parte, los sectores medios, caracterizados por un acendrado odio antiperonista y atizados por los miedos difundidos por los medios concentrados, siguen sin encontrar otras alternativas. Donde aparecen los problemas más serios de Juntos por el Cambio es en el plano de la representación política, toda vez que emergen a la superficie las diferencias entre representantes del PRO, la UCR, la Coalición Cívica y el Peronismo Republicano. Las causas parecen ser variadas: por una parte, la falta de un perfil opositor consistente, sólo basado en una diatriba que nada propone y todo lo confunde; por la otra, el desafío que plantean las candidaturas para las próximas elecciones y la amenaza que esta cuestión representa para la unidad de Juntos por el Cambio.

Posibles cursos de acción

Si bien estas representaciones de los espacios políticos del Frente de Todos y del PRO pueden quedar mejor definidas con esta forma de pensar el gran “espacio político”, lo que creo más importante es su eventual utilidad para diseñar la futura acción política que se nos presenta como desafío para los próximos años. Para ello no basta con la sola caracterización de los diferentes espacios que interactúan en el escenario político. Necesitamos complementar esas descripciones con un análisis de las tensiones existentes entre esos espacios y sus posibilidades de acumular y gestionar el poder. Una forma de pensar esas tensiones es mediante el análisis de las fortalezas y debilidades en los planos de las representaciones ideológicas, sociales y políticas que son propias e intrínsecas del Frente de Todos, de Juntos por el Cambio y de los poderes fácticos existentes en nuestro país, así como de las oportunidades y las amenazas que el entorno externo establece para cada una de esas fuerzas. Sigue un primer y muy provisorio análisis de fortalezas, oportunidades, debilidades y amenazas (FODA) que presenta cada uno de esos actores en los planos que delimitan el espacio político.

Sobre la base del análisis precedente, las acciones que parecen apropiadas para la campaña electoral del Frente de Todos en cada uno de los planos que definen al espacio político serían las siguientes.

En el plano de la representación ideológica: poner en evidencia las distintas representaciones ideológicas de cada espacio político, y en particular las contradicciones del liberalismo y el neoliberalismo para efectivizar representaciones sociales y políticas capaces de satisfacer las reales necesidades de la sociedad. En la práctica, ello significa:

  • mostrar la consistencia del pensamiento de las candidatas y los candidatos del Frente de Todos y las contradicciones entre el discurso y la realidad de Juntos por el Cambio en cada municipio y cada provincia;
  • atraer a quienes compartan un pensamiento próximo o que no tengan en claro el propio, en particular a los sectores denominados NI;
  • confrontar en modo constructivo a quienes se oponen a nuestras ideas.

En el plano de la representación social: mejorar y profundizar los mecanismos de representación social en cada territorio, tomando en cuenta las problemáticas y las demandas sociales más importantes. En nuestro caso, creo necesario:

  • analizar qué sectores carecen de una adecuada representación, con especial énfasis en los NI, por caso, los sectores profesionales y empresariales o los movimientos ecológicos, entre otros;
  • analizar cómo mejorar o construir esas representaciones, ya sean a nivel municipal o provincial;
  • desarrollar y aplicar formas de reforzar y lograr una mejor y más positiva interacción entre las diferentes organizaciones sociales propias o afines.

En el plano de la representación política: mejorar en modo no verticalista la articulación política con los distintos sectores sociales, brindando canales de acceso y de tratamiento efectivo de sus demandas e invitándolos a ser partícipes de la acción política y de sus resultados, con énfasis en los NI, a niveles municipales y provinciales. Para ello sería conveniente:

  • facilitar la comunicación entre las conducciones de todas y cada una de las principales organizaciones sociales y las candidatas y los candidatos municipales y provinciales, estableciendo mecánicas que permitan a las primeras una mayor y mejor receptividad de sus problemas y propuestas;
  • propiciar la participación de representantes de las organizaciones sociales propias o afines en la elaboración de las políticas, logrando así que se sientan efectivamente representadas por el Frente de Todos;
  • reconocer los mejores aportes de las organizaciones sociales, brindando el acceso a sus dirigentes a la conducción y a las candidaturas que sea necesario establecer, para lograr una victoria acomodada en las próximas elecciones.[12]

[1] Destaco la necesidad de diferenciar el espacio político del territorial, en tanto el primero describe y permite caracterizar a las distintas fuerzas políticas y el modo en que se diferencian y las posibilidades de aliarse o entrar en competencia entre sí. Esta forma de analizar el espacio político debería aplicarse en cada territorio real y actualizarse a lo largo del tiempo.

[2] Los también denominados poderes fácticos, tales como los sectores económicos concentrados, la prensa dominante y un sector importante de la Justicia.

[3] Estos sectores incluyen a partidos menores de escasa representación parlamentaria, a sectores fácticos de poder y a los sectores del pueblo que no se alinean en modo estable con ninguna de las fuerzas en disputa, pero que pueden resultar determinantes de los resultados eleccionarios, a los que denominaré los NI.

[4] El comunitarismo, prefigurado por Perón en La Comunidad Organizada se consolidó como filosofía recién a finales del siglo XX, en oposición a determinados aspectos del individualismo y en defensa de fenómenos como la sociedad civil. Centra su interés en las comunidades –entendidas como soberanías intermedias– y sociedades, y no en el individuo. Los comunitaristas creen que las teorías liberales no dan la suficiente importancia a las comunidades, limitando las posibilidades de que la ciudadanía participe activamente en el debate público. La tensión entre los derechos individuales y las corresponsabilidades sociales es un punto esencial para analizar la mayor parte de los problemas éticos de nuestro tiempo: ecología, sistema sanitario, género, libertad de expresión, multiculturalismo, etcétera.

[5] Caracterizado por el individualismo que considera al individuo primordial, como persona única y en ejercicio de su plena libertad, por encima de todo aspecto colectivo. También se caracteriza por su valoración de la libertad como un derecho inviolable de los individuos que incluye a la libertad de pensamiento, de expresión, de asociación, de prensa, etcétera; libertades que deben constituir una garantía frente a la intromisión del gobierno en la vida de los individuos. Otros preceptos del liberalismo incluyen al principio de igualdad entre las personas y el derecho a la propiedad privada, que debe ser salvaguardado y protegido por la ley.

[6] Cuando se realice un análisis a nivel provincial, en varios casos resulta imprescindible incorporar la caracterización de partidos provinciales con capacidad de reunir mayorías suficiente para ganar las elecciones: tales los casos de Neuquén, Río Negro, Misiones, Córdoba, Santa Fe, etcétera.

[7] Para algunos liberales, la mejor forma de representación social es la anarquía.

[8] El Frente de Todos está integrado por el Partido Justicialista, Frente Renovador, Partido de la Cultura, la Educación y el Trabajo, Compromiso Federal, KOLINA, Partido de la Victoria, Nuevo Encuentro, Somos, Proyecto Sur, Frente Grande, Partido Solidario, Unidad Popular, Movimiento Nacional Alfonsinista, Partido de la Concertación FORJA, Partido Comunista, Partido Comunista CE, Partido del Trabajo y del Pueblo, Partido Intransigente, Frente Patria Grande e Igualar Argentina.

[9] En este sistema las opiniones de la élite –un selecto grupo de personas con notables habilidades personales, riqueza, experiencia u otros atributos distintivos– deberían ser tomadas en cuenta en modo preferente para la conducción de la sociedad. Las élites serían las más adecuadas para gobernar, pues sus acciones y pensamiento serían los más “constructivos”. Ese discurso esconde que la élite goza de privilegios y tiene más poder que el resto de los miembros de la sociedad.

[10] Capacidad de subsidiar a personas, empresas y sectores afectados, así como la disponibilidad de infraestructura sanitaria y de vacunas.

[11] IFE, aumento de la AUH, distintas medidas de subsidio al consumo de los sectores populares, entre otras.

[12] Mi deseo es que esta forma de pensar al espacio político sea de utilidad para todos en la realización de sus propios análisis. También pido que me hagan llegar cualquier comentario o aporte a mi correo josemafumagalli@gmail.com

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4 Respuestas

  1. José Francisco Ocampo Alegre dice:

    Gran trabajo de José María Fumagalli. Un compañero con solidez, compromiso y gran capacidad de trabajo. Felicitaciones!

  2. SUCHO dice:

    Figura 1: Representación idealizada del “espacio político”
    Es indudable que José María, es ingeniero…..
    Pienso que lo más importante no es su diseñar la futura acción política que se nos presenta como desafío para los próximos años.
    La militancia es una gran corriente de opinión y acción política organizada, que impulsa las tendencias para transformar todo aquello que consideramos que hay que transformar.
    Es notoria la falta de “Justicia Social”. Nosotros conocemos los espacios populares, aunque nos traten de apartar de esos espacios, hemos aprendido a ser pacientes y luchar para ocuparlos pero sobre todo para desde esos espacios buscar la transformación de las estructuras en favor del campo popular y los menos favorecidos.
    No llegamos a los organismos del estado, tan sólo para administrarlos o gestionarlos, pues las instituciones y organismos del estado tienen normas que fueron diseñadas por otros y para otros fines, nosotros (Como militantes), llegamos al estado para transformar las instituciones y organizaciones y ministerios, para que cumplan con las necesidades de quienes nos han puesto en eso lugares de tanta responsabilidad, o sea el PUEBLO.
    Necesitaríamos una discusión que nos lleve a la inventiva, o imaginación, o la creatividad, para lograr que nos conduzca a la acción de las tendencias, expresadas por la voluntad del pueblo.
    La idea de una “organización social popular local de militantes” o lo que muchos denominan “las organizaciones de militantes populares” o, movimientos populares locales parece muy poco suficiente, para resolver los descalabros de las inequidades originadas por las políticas neoliberales, nosotros somos convocados para dar batalla y luego muy atacados por los medios concentrados y por los administradores concentrados de Justicia.
    Nosotros nos basamos en nuestra autoridad (autoridad moral), ya que nuestra autoridad no está basada en el poder del dinero, de la repartija de migajas, del “te doy esto, a cambio de eso otro”, sino que nosotros nos basamos en los saberes populares, en el compromiso, el esfuerzo, y la entrega, para construir esas estructuras que demanda nuestro campo popular.
    Para ello no basta con la sola caracterización de los diferentes espacios que interactúan en el escenario político. Necesitamos complementar esas descripciones con un análisis de las tensiones existentes entre esos espacios y sus posibilidades de acumular y gestionar el poder.
    Para nosotros tiene una gran importancia la militancia, ya que los militantes se podrían asemejar a los tensores que sostienen y articulan e incluso amortiguan, los esfuerzos de la acción colectiva, la militancia permite unificar y construir un nuevo sentido común. En el “Estado” que nosotros imaginamos, la militancia es muy importante para apuntalar la estructura política de un gobierno, que necesita gobernar con mandato popular.

  3. SUCHO dice:

    Por algún motivo estoy observando pocos aportes genuinos a lo que cada militante puede realizar en esta campaña, sin embargo me parece oportuno hacer el intento, ya que la cuestión sanitaria nos ha dejado mucho más aislado (también puede ser una excusa), sin embargo he observado en mi territorio, que se está desarrollando una intensa campaña en torno de los movimientos sociales, que incluyen merenderos, comedores, actividades deportivas.
    También quiero destacar que en el interior de los barrios de Moreno hay un tema crucial pero que ya, no se habla, solo se lo añora y es el tema de: “EL Trabajo”
    Partiendo de que los poderosos se han apoderado del control y la administración del trabajo, sabiendo que lo distribuyen a su antojo, sometiendo a los infortunados, extorsionando a los desesperanzados, los trabajadores deberán seguir tratando de recuperar la distribución y la administración del trabajo.
    Cuando menciono a los poderosos, me refiero a lo que se ha identificado en esos sectores populares como los “PODEROSOS”, donde se incluyen a los empresarios de todo tipo los grandes (porque no son del sector popular), los medianos (porque tratan de salvar sus empresas), los pequeños no tan pequeños (porque evaden todo lo que pueden, impuestos y salarios en negro), los micro (porque están en el palo mas bajo del gallinero, y se la pasan esquivando dificultades); también en los “PODEROSOS” incluyen a los sindicalistas (diferenciándolos de los DELEGADOS), pues siempre están los mismos, y siempre se han acomodado a sus interese y no a los de los trabajadores, también incluyen a los “POLITICOS” (que en realidad se refieren a los funcionarios de los tres niveles del Estado) , pues los consideran poco preparados para cumplir con los compromisos que asumen en las campañas y que no han podido resolver el tema del trabajo digno y decente. Luego viene una lista de PODEROSOS que tienen mucho más que ver con la “Farándula” de los medios, que son considerados de muy distinta forma, algunos son endiosados, y otros son odiados.

    En realidad estoy tratando de realizar un aporte a la campaña que consiste en tener conversaciones personales (Presenciales, y/o remotas) con personas de mi círculo conocido, tengo una lista objetivo de cien (100) personas, entre los que se encuentran:
    • Colegas de trabajo, en este nivel tengo un objetivo de 25 colegas bien identificados.
    • Trabajadores con los cuales he tenido una relación laboral (fui su jefe o director de obra), tengo identificados unos 20 trabajadores de este tipo, en su gran mayoría son monotributistas .
    • Jóvenes estudiantes de la facultad de ingeniería, donde soy Trabajador Docente Universitario, en este sector tengo un objetivo de 45 personas para tratar el tema. Debo destacar que en este sector tengo una lista de mucho más de 100 jóvenes bien identificados y con quienes pensaba conversar, sin embargo, son los más reticentes a conversar, supongo que son las barreras generacionales/comunicacionales las que impiden encontrar la forma. Pero al momento son solo un puñado de 10 los que han aceptado esta invitación.
    • Amigos y familiares, en este nivel solo me propongo lograr dialogar del tema con unos 10 allegados, en realidad es el nivel más complicado, pues hay muchas cuestiones personales o preconceptos que no facilitan el intercambio de opiniones.
    Desde que comencé, el 9 de julio, he tenido más satisfacciones que disgustos, no voy, o no trato de convencer de nada a nadie, solamente propongo el tema (que como les mencione más arriba es “el trabajo”, no la política partidaria), en todos los casos el tema es muy bien recibido para el debate, y es una constante que en no más de un breve tiempo, estamos debatiendo de política.
    La percepción que tengo, es que es un tema de gran interés, una de las cuestiones mucho más sensibles e impostergables para todxs, he llegado a percibir angustia y desesperación en los veintitantos encuentros que he realizado, es más, pienso que nuestra dirigencia muy bien intencionada no se ha dado cuenta de este detalle, las expectativas que se generan, los sueños, es recurrentemente muy importante.
    Estoy en pleno desarrollo de esta tarea.

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